A mediados del siglo XX el geólogo Marion King Hubbert estudió el comportamiento de los campos de petróleo y gas y observó que la producción seguía una curva en forma de campana. En 1956, extrapolando los datos al conjunto de EE.UU., Hubbert predijo que la producción de petróleo también seguiría una curva en forma de campana, cuya cima se alcanzaría a finales de los 60. Efectivamente, ese pico se alcanzó a primeros de los 70 y desde entonces, la producción de petróleo de EE.UU. no ha dejado de disminuir.
En 1974, extrapolando los datos al conjunto del planeta, Hubbert predijo que la producción mundial de petróleo también seguiría una curva en forma de campana, cuya cima se alcanzaría en 1995. Pero si hasta 1975 los datos de producción de petróleo se ajustaron notablemente a la curva de Hubbert, creciendo de forma exponencial, desde entonces la curva real se ha separado de la teórica, dando pie a diversas posturas con respecto a la existencia de un pico del petróleo.
En el extremo más pintoresco, algunos sostienen que el petróleo no se agotará nunca porque se produce de forma natural en la Naturaleza. Pero la evidencia científicia indica que el petróleo es un bien finito que se agotará inevitablemente.
Estos individuos no niegan que el petróleo sea un recurso finito, pero piensan que, como cualquier otro bien del mercado, su precio regulará la demanda. Es decir, que en el momento en que el petróleo escasee, subirá su precio, lo que permitirá explotar yacimientos ahora abandonados por su falta de rentabilidad, y favorecerá la utilización de energías alternativas, ahora infrautilizadas por su alto precio. Estos individuos consideran que hasta ahora la humanidad ha sabido encontrar sustitutos a los recursos que se han ido agotando y con el petróleo ocurrirá algo similar.
Estos individuos admiten que en algunos sectores, como por ejemplo la producción de electricidad, las energías alternativas pueden sustituir parcialmente al petróleo, pero en otros sectores, como el transporte o la agricultura, no existen alternativas, sea cual sea el precio que alcance el petróleo. Por tanto, es necesario una transformación radical de nuestras sociedades, preparándonos, ahora que todavía queda petróleo, para un mundo de baja energía en el que se habrán terminado los crecimientos exponenciales.
En el otro extremo, también pintoresco pero mucho más siniestro, los madmaxistas observan que antes de que el petróleo se convirtiera en la principal fuente de energía, la población mundial no alcanzaba los 1.000 millones de habitantes. Actualmente, en el pico de producción de petróleo, la población mundial sobrepasa los 6.000 millones de habitantes. Deducen que dentro de 100 años, cuando el petróleo haya dejado de existir, la población tendrá que volver a los 1.000 millones. Si en la Segunda Guerra Mundial (que duró 6 años) se calcula que murieron 50 millones de personas, harían falta 100 guerras mundiales (en 100 años) para conseguir esa reducción de población.
Hasta hace prácticamente nada, los grandes poderes económicos negaban que el pico de petróleo estuviera a la vista. Pero este año, muchas organizaciones han empezado a admitir que podríamos estar muy cerca del pico, aunque todavía creen que los mecanismos del libre mercado resolverá el problema a largo plazo. Hubbert murió en 1989, así que nunca llegará a saber si acertó en su predicción, pero quizás valga la pena recordar una de sus frases: No es tan grande nuestra ignorancia como nuestro fracaso en utilizar lo que sabemos.
Autor: Bartolomé Sintes Marco